El producto de la improvisación II

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Mi pequeña Corre.

Mi pequeña Salta.

Mi pequeña se Esconde.

Mi pequeña Huye.

Balanza

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Duele.

Aquellas cosas de las que nos enteramos, sea directa, como indirectamente, duelen.

De una forma u otra, más liviana, más suave, más fuerte, más grave.

Todo afecta de una manera determinada. Porque simplemente no somos inmunes a las cosas que pasen a nuestro alrededor.

Creer, no creer... creer, no creer... sopesa en la balanza las cosas, ve cuanto sufrimiento te causan las opciones y luego... elige.

Optaremos, más veces de las sanas, por aquellas cosas que nos causan menos sufrimiento. Las causas honestas son las que nos cansan, las que nos dañan, las que perduran pero a las que tememos de manera grave. Es más fácil mentir que decir una verdad que pueda causar tantos estragos. Es más fácil robar que trabajar arduamente por algo que se nos será rápidamente arrebatado.

La lógica es simple.

La lógica del menor esfuerzo, del peso de la pluma, del peso del aire que hace que la balanza se incline sin tener carga.

S - primer fragmento

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Cuando mi padre estaba con nosotras, solía contarme cómo de pequeño le arrancaba las alas a los insectos. A cualquiera eso le parecería gracioso, incluso enternecedor. Para mí es nauseabundo. Y aunque todos digan “eres una tonta exagerada” no me parece. Pongo el ejemplo.

Si un niño le arrancara las alas a una mariposa, el mundo lo miraría mal “porque es una mariposa”. Si el niño le arranca las alas a una mosca, la gente se ríe “porque está lleno de moscas en el mundo”. Lo mismo la gente. Somos miles de millones, ¿qué importa que unos salgan heridos para beneficio de otros?


Anhelos persecutorios

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Sé que me observan.

Por eso, cierro puertas, ventanas, corro cortinas, cierro las puertas de los armarios que quedan abiertas. La puerta del baño, la puerta de la habitación, incluso la puerta del horno tiene que permanecer siempre cerrada.

Es difícil llevar una vida en donde los ojos de las demás personas te persiguen a donde quiera que vayas. No puedes ir al baño, ducharte. No puedes tener secretos.

No puedes hacer lo que hacen las personas de forma cotidiana.

¿Que cómo me di cuenta de que me observaban?

Fue fácil.

Cuando dejes de mirarme quizás te des cuenta.

El producto de la Improvisación I

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Sé que me acusas de que te hago delinquir haha... pero tú fuiste la causante de que inventara esta 'historia original, interesante, no trillada y sin final feliz'. Así que por medio de mi humilde hogar, comparto con quien vaya a leer esta historia que fue creada para ti y pasa a formar parte de tu biblioteca personal.






Existía, en alguna parte del mundo, un pueblo. Un pueblo, común y corriente... con casas de madera, un poco inclinadas por el peso y el paso del tiempo.
En las casas, vivían familias normales. Normales, porque todas estaban compuestas de seres humanos y algún que otro animal.

En esa parte del mundo... exactamente sobre el pueblo, de día brillaba el sol y de noche la luna. En ese pueblo, las estrellas -que podían verse- ayudaban al esplendor nocturno.

Las familias -con sus hijos, quienes tenían; con sus padres, quienes tenían; con la soledad, quienes no tenían a nadie más- vivían tranquilamente.
Eran un montón de seres sin rostro, que no se distinguían unos de otros... porque a simple vista, todos eran iguales.

Una gran masa compacta, la cual tenía los mismos ideales. Una masa compacta, que defendía con puños y dientes aquellas cosas en que creían. Si había una criatura todopoderosa en el cielo, ellos creían en ella, aunque no la hubieran visto. Las creencias sobre lo que existía luego de la vida, el modo en que había que comportarse con los demás, la forma de decir las palabras adecuadas, e incluso las palabras adecuadas...

La forma de vestir, la forma de comer.

La forma de mirar el mundo que les rodeaba.

Todo, todo lo compartían.

Sin embargo, en el corazón del pueblo, existía un personaje
un personaje sin nombre. Un personaje que, al no tener nombre, parecía no existir.

Las personas del pueblo no sabían su nombre, por eso preferían pensar que no existía ¿por qué?.

No era que se opusiera a sus ideas. No era que dijera 'negro' cuando los demás decían 'blanco'. No iba a la izquierda cuando todos iban a la derecha. 

No.

Pero este personaje sí tenía un rostro.

Le temían. Eso no se podía negar. Y este personaje no se mostraba en desacuerdo al temor de los demás. Ante las miradas extrañas, sólo giraba la cabeza. Incluso en ocasiones parecía no darse cuenta de que los seres sin rostro estaban a su alrededor.

Sus ojos atravesaban a las personas con las que se golpeaba en la calle.

Para el personaje no existían.

Eran invisibles.

Pero en como toda historia, las palabras 'cierto día' cambian algo.

Así mismo, 'cierto día' alguien se acercó al personaje.

Un ser sin rostro.

El ser sin rostro le preguntó al personaje por qué se aislaba de la gente. Por qué era tan distinto. Por qué sus costumbres diferían, por qué sus ideales no iban en la misma dirección. Por qué era alto. Por qué era bajo. Por qué parecía no existir a la vez que existía.

El personaje lo miró unos segundos. A pesar de sus esfuerzos, no podía encontrar ojos a los cuales devolver la mirada.

Entonces, simplemente, contestó "no lo sé".



2010年12月1日

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Oh, ya estamos en diciembre!

Odio pensar en que ya está por acabar el año.

Es cierta la paradoja de 'El deseo del paso del tiempo es inversamente proporcional a la edad'

A quien no se maneje con mates, me refiero a 'mientras más pequeños, más rápido queremos que pase el tiempo. Cuando crecemos, lo que más queremos es que el tiempo se prolongue'.

¡No quiero que el año se acabe! Tan sólo el hecho de pensarlo me desagrada.

¿Creen que si rompo todos los relojes del mundo el tiempo se detenga? hahaha, ojalá fuera tan fácil.