El producto de la Improvisación I

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Sé que me acusas de que te hago delinquir haha... pero tú fuiste la causante de que inventara esta 'historia original, interesante, no trillada y sin final feliz'. Así que por medio de mi humilde hogar, comparto con quien vaya a leer esta historia que fue creada para ti y pasa a formar parte de tu biblioteca personal.






Existía, en alguna parte del mundo, un pueblo. Un pueblo, común y corriente... con casas de madera, un poco inclinadas por el peso y el paso del tiempo.
En las casas, vivían familias normales. Normales, porque todas estaban compuestas de seres humanos y algún que otro animal.

En esa parte del mundo... exactamente sobre el pueblo, de día brillaba el sol y de noche la luna. En ese pueblo, las estrellas -que podían verse- ayudaban al esplendor nocturno.

Las familias -con sus hijos, quienes tenían; con sus padres, quienes tenían; con la soledad, quienes no tenían a nadie más- vivían tranquilamente.
Eran un montón de seres sin rostro, que no se distinguían unos de otros... porque a simple vista, todos eran iguales.

Una gran masa compacta, la cual tenía los mismos ideales. Una masa compacta, que defendía con puños y dientes aquellas cosas en que creían. Si había una criatura todopoderosa en el cielo, ellos creían en ella, aunque no la hubieran visto. Las creencias sobre lo que existía luego de la vida, el modo en que había que comportarse con los demás, la forma de decir las palabras adecuadas, e incluso las palabras adecuadas...

La forma de vestir, la forma de comer.

La forma de mirar el mundo que les rodeaba.

Todo, todo lo compartían.

Sin embargo, en el corazón del pueblo, existía un personaje
un personaje sin nombre. Un personaje que, al no tener nombre, parecía no existir.

Las personas del pueblo no sabían su nombre, por eso preferían pensar que no existía ¿por qué?.

No era que se opusiera a sus ideas. No era que dijera 'negro' cuando los demás decían 'blanco'. No iba a la izquierda cuando todos iban a la derecha. 

No.

Pero este personaje sí tenía un rostro.

Le temían. Eso no se podía negar. Y este personaje no se mostraba en desacuerdo al temor de los demás. Ante las miradas extrañas, sólo giraba la cabeza. Incluso en ocasiones parecía no darse cuenta de que los seres sin rostro estaban a su alrededor.

Sus ojos atravesaban a las personas con las que se golpeaba en la calle.

Para el personaje no existían.

Eran invisibles.

Pero en como toda historia, las palabras 'cierto día' cambian algo.

Así mismo, 'cierto día' alguien se acercó al personaje.

Un ser sin rostro.

El ser sin rostro le preguntó al personaje por qué se aislaba de la gente. Por qué era tan distinto. Por qué sus costumbres diferían, por qué sus ideales no iban en la misma dirección. Por qué era alto. Por qué era bajo. Por qué parecía no existir a la vez que existía.

El personaje lo miró unos segundos. A pesar de sus esfuerzos, no podía encontrar ojos a los cuales devolver la mirada.

Entonces, simplemente, contestó "no lo sé".



1 comentarios:

Kikyo dijo...

Me encantó este cuento, me ha hecho recordar a Matthew, siento que las historias se parecen bastante XD

Me gusta este tipo de relatos que creas acerca de personajes aislados, son hermosos *O*

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